martes, 22 de noviembre de 2011


El álbum ilustrado: un género en alza

Villar Arellano
Xavier Salomó


Hay dos puertas de acceso infantil al universo literario y al ámbito del arte: la primera es la voz del adulto, que transmite a los más pequeños el calor y la fascinación de los relatos; la segunda es la imagen, un estímulo directo e impactante que los sitúa de lleno en un valioso contexto de formas, colores y sensaciones estéticas. Ahí reside el principal valor del libro ilustrado: en ese papel de iniciación, de entrada al mundo simbólico del arte, al placer de contemplar, imaginar y sentir.
Cada vez hay una mayor conciencia de la función educativa de la ilustración, quizá por eso ha ido cobrando una creciente relevancia dentro de la creación editorial para niños y jóvenes, pasando de ser un elemento auxiliar, un recurso de apoyo para el texto, a constituir parte integrante de la narración. Dicha evolución está también relacionada con el propio devenir de nuestros hábitos culturales y con el desarrollo de nuevas formas de lectura.
La extensión de los medios audiovisuales creó la necesidad de aprender a comunicarse mediante códigos gráficos. Este interés formativo impulsó a ilustradores y editores a experimentar con el potencial expresivo de las diversas técnicas, no sólo en cada página, sino en el propio diseño del objeto-libro.
Ya en nuestros días, la recién llegada era digital ha traído consigo nuevas formas de relación con los textos. Cada vez más, la lectura secuencial está dejando paso a la navegación hipertextual. Así, cuando leemos en la pantalla de un ordenador, vamos transitando de una idea a otra a través de enlaces, combinando imágenes y palabras, percepciones visuales e incluso sonidos. Esta forma de lectura también ha influido en la concepción del libro infantil, con un creciente despliegue de recursos que integran lo gráfico y lo verbal.
De este modo, los creadores se han apoyado en la imagen y en el diseño para establecer diferentes niveles de texto, han adoptado variados estilos y técnicas pictóricas según el tono narrativo (lírico, humorístico, documental...), han integrado la tipografía en las ilustraciones y adecuado la composición gráfica al concepto de relato o al formato de la colección. Por tanto, el enlace entre imágenes y palabras ha permitido desarrollar un complejo conjunto de estrategias que amplían la elocuencia de cada página, elevan el carácter artístico de las propuestas y componen, en definitiva, un nuevo lenguaje creativo.
El máximo exponente de este nuevo lenguaje es el álbum ilustrado, un tipo de libro en el que texto e ilustraciones se complementan para componer un relato integral, con una fuerte preponderancia gráfica que, mediante la lectura visual, incita al lector a una interpretación narrativa que va más allá de las palabras. La clave del género está justamente en esa relación entre ambos lenguajes, una conexión que puede adoptar diferentes rasgos según la intencionalidad de los autores. Así, a través de la discrepancia entre textos e imágenes surge la ironía, cuando la ilustración nos remite a otros contextos artísticos o literarios se produce la intertextualidad y al incluir determinados detalles en la ilustración, se puede enmarcar la historia en unas coordenadas espacio-temporales concretas.
Habitualmente, se suele asociar este tipo de obra con un público infantil, pero lo cierto es que su enorme capacidad expresiva permite afrontar todo tipo de temáticas para los más diversos lectores. Esto es posible gracias a la dimensión simbólica de estos relatos. La fuerza comunicativa que imprime esta combinación texto-ilustración favorece el desarrollo de diferentes niveles narrativos, tanto de un modo explícito como implícito.
Los álbumes ilustrados han sido un ámbito de extraordinaria riqueza creativa, el medio experimental por excelencia de la literatura infantil. Aunque hay estupendos precedentes, el desarrollo del género comenzó en los años sesenta, con autores destacados como Leo Lionni (autor, entre otros, de Pequeño azul, pequeño amarillo) o Maurice Sendak (creador del emblemático Donde viven los monstruos). Después, durante más de dos décadas, estas obras vivieron una época dorada al amparo de una industria editorial pujante que llegó a pecar de sobreproducción. Tras los años de saturación, los noventa supusieron un pequeño declive del género, un repliegue comercial que parecía augurar un futuro oscuro para los libros ilustrados.
Afortunadamente, y poco a poco, el sector se ha ido recuperando y la producción de álbumes vive nuevos tiempos de esplendor gracias al buen hacer de los ilustradores, a la arriesgada apuesta de muchas editoriales y al esfuerzo de promoción de libreros, bibliotecarios y maestros.
En la actualidad, el mercado del libro infantil cuenta con numerosas editoriales que publican álbumes infantiles para niños. Así, junto a las veteranas Juventud, Lumen o Fondo de Cultura Económica, destaca Serres, un sello especialmente comprometido con la formación artística de los pequeños lectores. Junto a éstas, otras grandes editoriales como Anaya han creado colecciones específicamente dedicadas al álbum ilustrado, como “Los Álbumes de Sopa de Libros”. SM, Edelvives, Everest, Alfaguara o Destino son otras destacadas firmas que han apostado por el género con un empeño cada vez mayor.
Pero han sido las pequeñas editoriales quienes han dinamizado el sector de un modo más tenaz, afrontando la traducción de autores relevantes en el ámbito internacional y apoyando el trabajo de nuestros creadores más cercanos. En este ámbito destaca el trabajo de la editorial gallega Kalandraka y su colección “Libros para soñar”, a quien debemos la promoción de una joven cantera de creadores y la recuperación de títulos clásicos como Los tres bandidos, de Tomi Ungerer. También Kokinós ha publicado a autores emblemáticos como Eric Carle, autor de La pequeña oruga glotona y otros muchos títulos inolvidables.
Muy significativo es el catálogo de la colección “Rosa y manzana” de Lóguez, con una especial dedicación a temáticas psicológicas de corte realista y muy volcado al panorama centroeuropeo, con creadores de renombre, como Mira Lobe, Jutta Bauer o Quint Buchholz.
Es también reseñable el trabajo de Thule y su colección “Trampantojo”, entre cuyos títulos figura el premiado Cuentos pulga, de Riki Blanco o Libros del Zorro Rojo, una editorial que ha puesto imágenes a obras clásicas de la literatura universal, como el Discurso del oso, de Julio Cortázar, ilustrado por Emilio Urberuaga, título que inaugura su colección de álbumes “Libros del cordel”
Otras destacadas firmas son: Corimbo, Ekaré, Oqo, Faktoría K o Bárbara Fiore, uno de cuyos logros ha sido darnos a conocer a Shaun Tan, con su prestigioso Emigrantes o a Jimmy Liao, autor de Desencuentros El sonido de los colores.
Mención aparte merecen Media Vaca, una firma experimental e inclasificable que ha logrado componer un catálogo exquisito y atrevido o Los cuatro azules, el último sello que se ha incorporado al sector dentro de este género.
Como puede verse, junto a los grandes grupos, las pequeñas editoriales independientes han configurado un rico y variado panorama en el que están representadas las más diversas temáticas y corrientes, una variedad que pone de manifiesto la excelente salud del álbum ilustrado.
Otro síntoma de vitalidad es la proliferación de certámenes y premios por parte de todo tipo de instituciones. Así, junto al “Premio Nacional de Ilustración” del Ministerio de Cultura y los ya clásicos “Apel-les Mestres” (Editorial Destino), “Fundación Santa María”, “Sant Joan de Déu” y “Lazarillo” (OEPLI), otros premios, como “A la orilla del viento” (Fondo de Cultura Económica) o el “Ciudad de Alicante” (Ayuntamiento de Alicante y Editorial Anaya) tienen una repercusión cada vez mayor, al tiempo que surgen nuevos galardones como el “Princesa de Éboli” (Ayuntamiento de Pinto y editorial Anaya) o el “Premio Internacional Compostela” (Ayuntamiento de Santiago de Compostela y Editorial Kalandraka), reconocimientos que promocionan estas publicaciones y favorecen un nivel de calidad.
Finalmente, el álbum ilustrado se ve reforzado por rigurosos trabajos de investigación, como los desarrollados por Teresa Durán, Teresa Colomer, Mª Cecilia Silva-Díaz, y otros especialistas que van configurando un cuerpo teórico que valora y da sustento teórico al enorme potencial de estos libros. En este sentido, es de destacar la reciente creación, por parte de la Universidad Autónoma de Barcelona, de un Máster en Libros y literatura para niños, que dedica buena parte de su programa al análisis de este tipo de obras y la celebración de encuentros y conferencias internacionales dedicados al género, como el Simposio Internacional celebrado en Barcelona el pasado año y que llevaba por título: Nuevos impulsos en la investigación sobre el álbum: aspectos estéticos y cognitivos, que reunió por primera vez a numerosos especialistas de Europa y América que se dedican a la investigación en este campo.
En el ámbito divulgativo, existe un amplio conjunto de revistas que se ocupan de la literatura infantil y, en buena medida, del álbum ilustrado: CLIJ, Peonza, Lazarillo, Platero, Educación y Biblioteca, Faristol, Primeras Noticias... A ellas se ha sumado, este año, una nueva publicación, Bloc, especialmente dedicada a estas publicaciones y que pretende aportar una visión abierta al panorama internacional.
También en internet se multiplican las páginas que apoyan y divulgan el valor de los álbumes: el Servicio de Orientación al Lector (www.sol-e.com), Imaginaria (www.imaginaria.com.ar/index.htm), Babar (www.revistababar.com), Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org), Pizca de papel (www.pizcadepapel.org) y Club Kirico (www.clubkirico.com), son sólo algunos ejemplos del creciente número de publicaciones que afrontan este medio con rigor y profesionalidad.
Todos estos elementos son indicadores de que el álbum ilustrado es un género en alza, un valioso conjunto de lecturas que se obstina en romper moldes y llegar siempre más allá de cualquier etiqueta: una lectura sin edad, a medio camino entre la literatura y la creación plástica, abierta a diversidad de técnicas y lenguajes, sin límite de formatos e ideal para divertirse, reflexionar, soñar, aprender, regalar...
¿Hay quien dé más?

Villar Arellano (Corella, Navarra, 1965)
Directora de la biblioteca Civican, de Fundación Caja Navarra en Pamplona. Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Salamanca, se especializó en pedagogía no formal y en lectura de la imagen y los medios audiovisuales, cursando también estudios de Biblioteconomía y Documentación. Entre los años 1990-2003,  trabajó en el Centro internacional del Libro Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Salamanca, coordinando programas de promoción de la lectura. Participa habitualmente en programas formativos para docentes y bibliotecarios y es autora y coautora de varias obras relacionadas con la literatura infantil y el aprendizaje de técnicas documentales. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas (Educación y Biblioteca, Educación y Medios, Primeras Noticias: Literatura infantil y juvenil, Lazarillo. Revista de la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil,TK, Tramas y Texturas...) y colabora con sus reseñas literarias en varios blog y revistas.
Xavier Salomó (Sabadell, 1976)
Diplomado en lustración y Dibujo por la Escola Massana (Barcelona), ha realizado estudios de História del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado numerosos trabajos de ilustración en literatura infantil y juvenil como Una Nit Bestial. (Cruilla),  El Loro Morolo(Bayard), La Casa d'en Ramón (Bambú), El camino que no iba a ninguna parte (SM),  La historia de Menta (SM), Crisol y su estrella (SM) o Les aventures de la Tecla (Cruïlla). Colabora habitualmente con las revistas infantiles Cavall Fort y Tatano. Ha recibido los siguientes premios: Premio JUNCEDA 2006 a los mejores libros ilustrados infantiles No-ficción por la colección LOS SONIDOS DE..., Combel, Premio Ferrándiz a las mejores ilustraciones de Navidad 2001 y Primer Premio de Carteles "Centenari trofeu Godó", 1999, Escola Massana-Trofeu Godó. www.xaviersalomo.com

http://www.literaturas.com/v010/sec0812/suplemento/Articulodiciembre08_2.html

El nuevo camino de la literatura fantástica juvenil

Carmen Fernández Etreros
La publicación de la gallina de los huevos de oro, la séptima y última entrega de las aventuras de Harry Potter, que desde 1997 venía dominando el panorama editorial, parecía el fin del “fantasy” juvenil. Sin embargo para sorpresa de todos los lectores no ha sido así. Nada más lejos de la realidad a la vista de las últimas novedades editoriales y al aumento de lectores aficionados al género fantástico. La moda se ha consolidado en nuestro panorama editorial y ha marcado un nuevo camino para la literatura fantástica juvenil. Además ha servido para rescatar joyas de la literatura fantástica como El señor de los anillos de J. R. Tolkien, Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis o recientemente la trilogía de Phillip Pullman La materia oscura. En muchos de los casos apoyados por los estrenos cinematográficos y el gusto por las aventuras fantásticas.
El secreto del éxito de este género puede ser esa capacidad para conectar con los lectores es colocar en mundos imaginarios las dudas universales de los jóvenes de todos los tiempos. Los jóvenes protagonistas no sólo se enfrentan a seres fantásticos sino también a sus propias dudas y problemas generacionales. Un gusto por lo fantástico que se puede cultivar ya desde la literatura infantil con grandes clásicos como Alicia en el país de las maravillas o Peter Pan
Dentro del terreno de la literatura fantástica juvenil podemos hablar de varias líneas o corrientes:

La creación de mundos imaginarios únicos
Sigue la estela de autores clásicos del género como J. R.  Tolkien, C. S. Lewis o Phillip Pullman en la que destacan con éxito dentro del panorama internacional la trilogía del Mundo de Tinta (Siruela) de Cornelia Funke, la trilogía de Eragon (Roca editorial) de Christopher Paolini, la sorprendente Molly Moon (SM) de Georgia Byng. Recién llegados a nuestro panorama editorial Luna de leyenda. La batalla (Pearson Alambra) de Wolfgang y Heike Holhbein  o Medianoche  (Montena) de Claudia Gray. Mención aparte merece Las aventuras de Toby Lolness (Salamandra) un libro ágil, sensible y que reúne todas las cualidades de la literatura fantástica.
Dentro de nuestro panorama editorial dos escritores defienden inmejorablemente este género, hasta ahora bastante olvidado: Laura Gallego que ha conseguido enloquecer a los lectores más jóvenes con su trilogía Memorias de Idhún (Ediciones SM)y la trilogía La guerra de las brujas (Edebé) de Maite Carranza. Destaca con fuerza el malagueño Rafael Ábalos con suGrimpow (Montena) cuyo protagonista encuentra una  la mítica piedra filosofal e inicia una aventura medieval llena de misterios, peligros y criptogramas. Laura Gallego se lanzó de nuevo a la aventura fantástica con La emperatriz de los Étereos (Alfaguara) y Rafael Abalos con KotEl visitante del Laberinto (Montena). Pero sorprenden por su originalidad muchos otros libros como El secreto de If (SM) Premio Barco de Vapor 2008 de Ana Alonso y Javier Peregrín, los autores de La llave del Tiempo (Anaya), Jerik y la piedra de Milenas (Montena) de Pere Barthés-Fazy y Laila Winters y las arenas de Solaïre (Toro Mítico - Almuzara) de Bárbara G. Rivero que construye un mundo original y fantástico de hadas e ilusiones. Recientemente la publicación de Dos Lunas de la conocida escritora de literatura infantil y juvenil Care Santos yEl Ladrón mago de Sarah Prineas, ambas de la editorial Montena lideran la renovación de la novela fantástica juvenil de este año.

La novela fantástica gótica
El gusto juvenil por los siniestro y el mundo de los muertos que inauguró con éxito Stephanie Meyer (Alfaguara) y su Crepúsculo es otra de las tendencias que vienen pisando fuerte. Amores vampíricos y adolescentes que continúan con Luna NuevaEclipse y la esperada novedad Amanecer. Entre los autores españoles destaca David Lozano que se ha lanzado a la aventura gótica con una trilogía La puerta oscura (Editorial SM) cuya primera parte El Viajeroha sorprendido y gustado al mismo tiempo a  los lectores jóvenes y adultos con un universo propio y original que surge de las callejuelas y los cementerios de París.

El sueño europeo
La última línea es la clásica de la literatura juvenil europea que apela a la fantasía, a esa capacidad de soñar que tenemos en la infancia pero que no desarrolla sus historias en mundos imaginarios, sino en el nuestro propio, y nos muestra lo fantástico como una cara más de la realidad. Representantes de esta corriente que sigue gustando son Gianni Rodari (El hombre que compró la ciudad de Estocolmo en SM, Roald Dahl (Cuentos en verso para niños perversos de Alfaguara), Maria Gripe (Los escarabajos vuelan al atardecer de SM) o el español Joan Manuel Gisbert con El museo de los sueños (Planeta & Oxford).
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En suma la literatura fantástica juvenil sigue destacando con fuerza en el panorama editorial actual, aunque ya no domina el mercado literario juvenil como en la última década. Otras tendencias entroncadas con la novela realista surgen con fuerza pero no por ello han logrado arrinconar este género fantástico que seguirá siempre contando con sus seguidores incondicionales que exigen cada vez más calidad.

Carmen Fernández Etreros (Madrid, 1969)
Licenciada en Periodismo por la UCM y doctoranda en el programa Lengua y literatura aplicada a los medios de comunicación. Como redactora ha trabajado en diversos medios de comunicación como el diario ABC Informativos Telecinco, así como en numerosas revistas como Gaceta Complutense o Actualidad Económica. Escritora de cuentos y relatos cortos, ha publicado la novela corta Mariposas de colores. En la actualidad trabaja como profesora de ‘Redacción periodística’ y ‘Lenguaje audiovisual’. Desde hace unos años se ha especializado en Literatura Infantil y Juvenil, coordina la revista online Pizca de papel de LIJ, www.pizcadepapel.org, y ha publicado numerosos artículos y críticas de libros en revistas especializadas como Primeras Noticias: Literatura infantil y juvenil, la Revista babar y colabora con sus reseñas literarias en varios blogs  y revistas digitales.

Poly Bernatene (Buenos Aires, 1972)
Nací en 1972 en Buenos Aires, Argentina y desde entonces no he parado de dibujar; tanto que mis trabajos no paran de cambiar y siempre buscan otro camino, es por eso que mi paso por la Escuela Nacional de Bellas Artes me permitió manejar muchas técnicas y disfrutar mi trabajo en la diversidad y la experimentación.
Buscando he pasado por la publicidad, la animación, los comics y en los últimos años me he desarrollado como ilustrador publicando numerosos libros infantiles y juveniles para Argentina (Atlántida, Billiken, Longseller, Guadal, SM, Plaza Gárgola y Alfaguara infantil) México, España, Inglaterra, Australia, Bélgica, Taiwan, Dinamarca y Estados Unidos.
Algunos de mis libros se han traducido a diferentes idiomas como el Alemán, Coreano, Serbio, Griego y Francés. Actualmente colaboro con la revista Jardín y Genios de Clarín de Argentina.

¡Al abordaje!


TOLEDO / LITERATURA INFANTIL EN CASTILLA-LA MANCHA

¡Al abordaje!



RAFAEL GONZÁLEZ CASERO/ SANTIAGO SASTRE Y
Día 21/11/2011 - 19.57h

Desde luego que es necesario encender la pasión por la lectura y la literatura en los primeros años. Es importante que los niños vean leer a sus padres en casa, porque las estructuras de su mundo se construyen sobre todo mediante la imitación. Pero también hay que ofrecerles libros que sean capaces de hacerles soñar, de emocionarse, de vivir la experiencia de leer como un momento apasionante.
Quizá la etapa inicial en el colegio marca los primeros pasos en ese largo camino de iniciarse a la lectura. Por eso es crucial hacer una selección de libros que resulten a la medida de la edad de los muchachos: tanto de los más peques (de 0 a 12 años) como de los más mayorcitos (de 12 a 18 años) en lo que se suele denominar literatura juvenil. Aunque si se trata de libros bien escritos deberían interesar a cualquier lector, con independencia de la edad que tenga.

Nos han llamado la atención algunas de las conclusiones contenidas en el Anuario de literatura infantil y juvenil correspondiente a 2011, que edita la Fundación SM. Así, cabe destacar que el sector de edad que más lee es el que comprende el tramo de 10 a 13 años, donde el 85% se declara lector. También es muy revelador el hecho de que la mayor frecuencia lectora se relacione directamente con el hábito lector de las familias: según el estudio citado, los padres de los hijos de entre 10-13 años de edad reconocen que leen habitualmente (78,1% de los casos) y que leían a sus hijos cuando eran más pequeños, en casi 9 de cada 10 familias.

Por encima de los intereses del mercado, lo relevante es encontrar historias sencillas, que potencien la imaginación y que resulten cercanas a los niños. Esa cercanía se puede lograr ubicando las historias en nuestras ciudades. Por ejemplo, en Toledo hay ya muy buenos libros cuya acción se desarrolla en las calles de la Ciudad Imperial. Entre otros, destacan Un príncipe en Toledo de Alberto Castillo, El misterio del cofre de Miguel Ángel Garrido y El fantástico viaje de Laura a Toledo de Ángel Santos.

El arranque de la literatura se sitúa en la tradición oral, pues muchas de esas historias o poemas eran recitados de generación en generación hasta que finalmente fueron puestos por escrito. Por eso era muy importante saber contar bien los cuentos (como hacían, por ejemplo, los bardos celtas, los aedas griegos y los juglares medievales). Creemos que la actividad de los cuentacuentos se debería potenciar más en los colegios y sobre todo en las librerías (como hace de forma ejemplar la Librería Taiga en Toledo). Es un acierto que la Biblioteca de Castilla-La Mancha haya programado desde este octubre y hasta diciembre la hora del cuento en inglés y en español, que se desarrollará en su sala infantil todas las semanas.

Antes era común que los niños supiesen de memoria algunos poemas (como alguna estrofa de La canción del pirata de Espronceda o alguna de las Canciones de Lorca) y esto, desgraciadamente, se ha perdido en la actualidad. Y es una pena, porque ésta práctica añade una viveza oral a los textos y facilita que se queden a vivir en el pequeño mobiliario cultural que van atesorando los niños con el tiempo.



Una referencia bibliográfica básica sobre la literatura infantil en Castilla-La Mancha es el libro Pajarito sin cola de Francisco Gómez-Porro. En él hace un excelente estudio de la literatura infantil en Castilla-La Mancha y, además, incorpora una pequeña antología de textos. Al realizar un repaso de la geografía regional para mencionar a algunos de los autores más destacados en el ámbito de la literatura infantil, podemos señalar que en Albacete se han ocupado de este género Alfonso Ponce, Rodrigo Rubio (que ganó el planeta en 1965 con “Equipaje de amor para la tierra”), Frutos Soriano y Ángel Aguilar. Por su parte, de Ciudad Real podemos citar a Ángela Vallvey, María Luisa Menchén, Nieves Fernández, Manolita Espinosa, Mª Carmen Matute y Victoria Martín. En Cuenca destacan los textos del poeta Federico Muelas (con dos libros geniales), Raúl Torres y Mariano Vara. Hablar de éste género en Guadalajara es hacerlo de autoras como Estrella Ortiz y Carmen Ybarra. Finalizando nuestro trayecto en la provincia Toledo, destacan Antonio Rubio (con sus divertidos poemas), Rafael Morales (el desaparecido poeta talaverano que ahora viaja a lomos de su inolvidable caballo Dardo), Francisco Payo, Sagrario Pinto, Alejandro Fernández Pombo, Cecilio Pintado, Moisés Ruano, el también editor Andrés López-Covarrubias, Maren Aparicio (con un excelente libro en el que cuenta la historia del cigüeño Narizo), Fernando Martínez Gil (con la memorable historia del castor Moi en su premiado, y tantas veces reeditado, El río de los castores) y Javier Caboblanco, que con su reciente Abezoodario concilia la papiroflexia con la poesía infantil.

Favorecieron la escritura y la divulgación de literatura infantil la colección Calipso de la Biblioteca de Autores Manchegos, la colección Zincel que editaba la Diputación de Albacete y, sobre todo ahora, el Centro de Estudios de Promoción de Lectura y Literatura Infantil (el CEPLI) que, bajo la dirección del profesor Pedro Cerrillo, se inserta en la Universidad de Castilla-La Mancha. Precisamente es este centro el que convoca le premio de poesía infantil Luna de Aire, que anda ya por su novena convocatoria y cuyo plazo ahora está abierto.



A veces el género de la literatura infantil se contempla como una sección menor o que carece de importancia. Y esto es injusto no sólo porque se trata de poner el acento en quienes se inician en el mundo de la literatura, sino porque hay obras célebres que han calado entre niños y han trasladado su emoción a personas de todas las edades. ¿Cómo no recordar el famoso tándem de Bastián Baltasar Bux y Atreyu en el empeño por salvar el mundo de Fantasía, que está amenazado por avance aniquilador de la Nada, en la genial La historia interminable? Pues de eso se trata: de que la imaginación nos permita habitar, tanto a niños como a mayores, en el maravilloso reino de Fantasía. Porque, por mucho que nos empeñemos, no se ha terminado de ir el niño que todos llevamos dentro.
http://www.abc.es/20111121/local-toledo/abci-abordaje-201111211957.html